Core Technology Business Development Director
Desde hace algún tiempo, el término Big Data se ha
vuelto familiar en la sociedad. Lo encontramos en la prensa, en las redes
sociales, en la publicidad, en las ofertas de empleo y hasta en las series de
televisión. A menudo sirve de pie de apoyo a textos o a noticias que cuesta
mucho asociar con tecnologías de la información, y es que, en general, la
imaginación de los redactores no vacila en servirse de conceptos que, aunque
quizá no los comprendan a fondo, trasladan una cierta impresión de modernidad y
de avance sobre lo establecido y lo conocido. Tecnologías de nombre tan
redondo como Big Data resultan fascinantes y hasta misteriosas, y, si no se dan
demasiados detalles, van bien con casi todo.
Ejemplos de la utilidad del conjunto de tecnologías
que se agrupan bajo el genérico nombre Big Data hay muchísimos. Los que nos
resultan más familiares son los que persiguen un objetivo inmediato y fácil de
valorar, por lo general de naturaleza comercial, aunque tampoco sorprenden los
orientados a preservar el orden público o incrementar los ingresos fiscales. Nadie
se extraña de que se puedan usar tecnologías Big Data para marcar más goles, para
predecir si un determinado libro se va a vender bien o si las próximas elecciones
las va a ganar un determinado candidato. Ya sorprende un poco más, por ser
menos notorio, que se utilicen para investigar enfermedades raras, para
predecir los efectos de las mejoras educativas en las sociedades menos avanzadas,
para mejorar la producción agrícola o, en general, para contribuir a la sostenibilidad
y a la conservación del medio ambiente.